“He echado a un niño de su habitación con sus juguetes”, lamentaba el policía, “y lo más duro, es que esos mismos juguetes son los que tiene mi hijo en la suya”.
Una historia dura, una de tantas de las que se han vivido desde que empezara la crisis en 2008. Vivimos en un país hipotecado en el que los verdaderos dueños de las viviendas son realmente de los bancos. Hipotecas a 30, 40, 50 años y sueldos de no más de 1.000 euros… ¿alguien confiaba en esto iba a acabar bien?
Mientras en países como Estados Unidos - donde ni siquiera cuentan con Sanidad Pública - la dación en pago permite saldar por completo la deuda, en regiones como Alemania las personas desahuciadas son amparadas por el Estado recibiendo una pensión mínima y una vivienda en alquiler.
En España sin embargo, hasta este momento, los que no han podido asumir el gasto que les suponía pagar su vivienda se han encontrado en el desamparo.
Los bancos tampoco están contentos con la situación. Fuentes de las entidades afirman en este artículo de El País que “el desalojo siempre es la peor solución por razones humanitarias, porque generan enormes problemas para los clientes, los empleados y porque ocasionan infinidad de problemas burocráticos”.
Estamos a la espera de una reforma “urgente” de la Ley Hipotecaria que, esperemos, suponga un balón de oxígeno a esas familias necesitadas de apoyo.
Y vosotros, ¿qué esperáis de esta reforma?, ¿pensáis que será efectiva?
Espero vuestros comentarios, sugerencias y opiniones.
Saludos,
Ivan Bedia
