martes, 24 de abril de 2012

¿Tienes habilidades comunicativas?


A todos nos ha pasado alguna vez que nos hemos sorprendido a nosotros mismos totalmente embaucados por el relato o la charla de alguien y, de igual manera, distraídos y con la atención en otra cosa ante otros interlocutores.

Pues bien, por mi experiencia como consultor estratégico de muchas empresas, sé que resulta fundamental, para triunfar en el mundo de los negocios, ser capaces de captar la atención de nuestra audiencia y que nos siga durante todo el proceso que dure nuestra exposición o argumentación. Se trata, en definitiva, de que desarrollemos nuestras habilidades comunicativas de la mejor manera posible.

Cuando comunicamos, además del mensaje verbal que estamos trasmitiendo, ponemos en marcha una serie de mecanismos y recursos no verbales que nos permiten dotar de convicción y efectividad al propio acto comunicativo. Este lenguaje no verbal, que se convierte en nuestra habilidad como comunicadores, se puede aprender; existen multitud de acciones formativas dedicadas a ello. En este post, quiero resaltar algunos elementos que personalmente a mi, Ivan Bedia, me han servido de gran ayuda en mi trayectoria profesional.

Por ejemplo, el volumen de voz. Un tono alto, sin resultar excesivamente elevado, contribuye a transmitir seguridad y dominio de la información que se está exponiendo. También lo podemos utilizar  para poner más énfasis en algún contenido concreto así como para captar la atención de la audiencia que no nos esté atendiendo. Con esta misma intención también se suelen utilizar las pausas, mediante un silencio prolongado podemos conseguir crear más expectación en la audiencia, si bien no se recomienda abusar de ellas pues también pueden denotar falta de memoria o de recursos.

La fluidez verbal también refuerza la sensación de seguridad en la persona que está hablando. Debemos evitar utilizar muletillas y repeticiones muy habituales en el lenguaje cotidiano pero que nos restan credibilidad ante una situación formal.

Mediante los cambios de entonación podremos comunicar distintos tipos de sensaciones y emociones a lo largo de nuestro discurso, evitando que se convierta en una exposición tediosa que aburra a nuestra audiencia.

Es recomendable utilizar un lenguaje claro, que evite los tecnicismos. En caso de que sea inevitable la introducción de algunos términos técnicos durante la exposición, deberemos detenernos más en ellos y explicarlos de tal manera que los interlocutores los asimilen.

Por último, en lo que se refiere a nuestro comportamiento gestual, debemos atender a nuestra mirada. No debemos ni retirarla, pues denotaría timidez o desinterés, ni mantenerla fija de manera continua, pues puede intimidar a nuestro interlocutor. Nuestra expresión facial, que deberá acompañar al la sensación de seguridad que queremos trasmitir. Los gestos que, si bien nos pueden servir para dar énfasis, también pueden transmitir nerviosismo si caemos en el exceso. Y finalmente la postura, cómo nos sentamos, andamos o nos movemos a la hora de exponer también reflejará distintos tipos de emociones.

Y ahora ya sabéis, a ponerlo en práctica en vuestra próxima intervención pública.

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